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los hombres sin ellas no hacen nada.
Es triste la casa donde faltan,
porque sin ellas siempre se padece.
Por una mala, hay cien
por su virtud muy apreciadas;
y cuando van vestidas con hermosos trajes
nuestro es el honor, suyo el adorno.
Pero los hombres las apalean
y, sin que ellas sean culpables, cada uno quisiera
injuriar a quien la introdujo en su casa.
Uno que no vale un pepino quiere gran dote y luego se arrepiente de su decision
y solo la quiere mientras es joven.
Porque las quiero mucho,
contra quien hablare mal de ellas
quisiera defenderlas de a pie y de a caballo.


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